Solo una noche me fue suficiente para enredarme en tu pelo,
en tus sabanas, en tu piel y en botiquín del baño que esta al final del pasillo
de tu departamento.
Vacié el mini-bar de tu papá en menos de una semana de conocerte
y ahora cocino para ti arroz con huevo cuando tengo ganas.
Me gusta caminar bajo arboles después del trabajo, fumando
mota y escuchando música mientras te tomo de la mano y reímos hablando
estupideces.
Somos amigos, somos enemigos, somos orates escapados de algún
lugar mirando el ocaso sin pensar en nada mas, nada menos.
Me escupo en las manos y tomo un puñado de tierra añeja del
pasar de pisadas despistadas, extraviado al sur en un viaje de trip y aromas
frutales.
Continuo mi viaje a tu lado sin un inicio, sin un fin, sin
equipaje, sin disfraz, sin miedos. Solo el deseo de no caer al suelo otra vez.