jueves, 23 de agosto de 2018

Dame la mano


Como es de impensado el destino que a menos de la mitad de mi vida te encontraría en una conversación de infinitas horas, infinitas palabras, infinitos sentimientos, al escribir unos buenos días y unas buenas noches durante días y semanas.
Como habría de saber que viéndote cruzar la calle merced con victoria subercaseaux a mitad de la tarde un día de semana mi vida cambiaría.
Como iba a saber que mirándote a los ojos entre humos de cigarrillos y piscolas, en alguna terraza en el barrio bellas artes, terminaría ahogado en lágrimas en tu hombro unos meses después.
Como predecir que tus abrazos y tu apoyo más sincero me tendrían de pie, que tu apoyo me haría resistir los tiempos difíciles y me harían encontrar a una compañera de luchas, de heridas y cicatrices admiradas, respetadas, por el amor y comprensión compartidas, de manera mutua.
Gran confidente de mil secretos he historias, gran compañera de presentes y futuras batallas, gran amiga de largas conversaciones y risas sin sentido, gran mujer, madre, hermana, hija, que comparte dolores, penas y alegrías, sin pedir nada a cambio.   
Hoy nos tomamos de la mano y vamos adelante, contra todo y todos, en una mano, el pasado, en la otra, el futuro, en los ojos solo viviendo el presente como si fuera el último segundo de la vida, el último momento que te da la muerte, porque ambos sabemos lo que es llorar, lo que es sufrir, lo que es ganar y lo que es perder. Hoy y todos los días te dedico estas líneas para decirte, que no estás sola, que no tengas miedo.
Ven, dame la mano y caminemos juntos, vivamos esta aventura como si fuera la última de nuestras vidas.