sábado, 23 de mayo de 2020

Vacaciones

Estaba en un bar escribiendo una dirección en una servilleta, mientras me apresurada a tomar un taxi. En ese instante, ella se aferró  a mí cuello ya pasada de copas.
Me besaba la mejilla para que me quedara, pero el taxi ya estaba afuera, y no iba a cambiar de opinión. Total, como decía mi abuelo, un buen jugador sabe cuándo retirarse,
Mis cartas, en esta ocasión, no apoyaban esta causa.
Aunque parece algo peculiar, y como todo adicto al juego y al vicio como yo, esquivé sus besos, y me acerqué a su oído de manera  petulante.
Toma tus cosas y sube conmigo al auto.
Esa fue mi última ficha.
Mi último recurso
La última carta que me quedaba.
Pobre y triste jugador, que no sabe entender la soledad, sin embargo, esta ficha, La voy a jugar.
O algo así decía mi abuelo
Un roto chileno. ¡¿cómo yo?¡, ¡¿En Buenos Aires?¡, ¡¿Sólo?¡. La hago.
¡Mira que imbécil ¡
¿Qué pensaba?.
Mientras, me daba la vuelta, me retiraba de su oído y me ponía la chaqueta.
Al otro día volvía a Chile y ya no me quedaba más que volver al hotel, por suerte, me pasa a buscar en el aeropuerto mi amiga en su vehículo llegando a santiago. además, me ofreció quedarme unos días en su casa. Desayuno, almuerzo,  cena, marihuana,  sexo toda la noche y el celular modo avión, acompañado de un exquisito disco de Bowie.
Papi, para las amigas, Esta vez, a este perro, le fue como la callampa.
¡Qué pedazo de imbécil, ¡ Repetía en mi cabeza Mientras tomaba mi sombrilla.
Es una mala racha. Nada más.
Me coloque una pañoleta, y Como todo buen perdedor, me despedí del grupo de personas que estaban sentados en esa mesa, en especial, de la chica que se ofreció a pagar la cuenta y que me robó el corazón esos meses.
Me di la vuelta directo a la salida de ese bar.
Cuando llego a la salida, siento una persona que pasa por mi espalda a toda velocidad por mi izquierda, se da media vuelta y me dice de manera exaltada
! Donde está el taxi !...
¿Hola?, ¿nos comunicamos con el país de Chile???.
¡Si conchesumadre¡.
Es el único recuerdo que tengo de ese viaje, ese chiste me lo contó aquella blonda bonaerense mientras nos duchábamos en el baño de ese hotel de mierda que me ofreció la agencia antes de irme al aeropuerto, de vuelta a Santiago.