Solo quiero mirar el techo y que el tiempo se detenga. Cada segundo que pasa es una puñalada que me recuerda que no hay otra oportunidad, solo dan ganas de correr, gritar y desgarrar la piel.
Día tras día nos damos cuenta de que todo fue una mentira, siempre nos mintieron, alguien nos lo dijo, pero no lo creímos, o éramos muy niños para entender.
Hoy, cansado, con las manos ensangrentadas y la piel quemada, pienso en el futuro, como un salto al vacío de cabeza, el cual espero llegar a mi fin y embarrar el cemento con mi cráneo. Si tengo suerte, alcanzar a terminar antes una novela.
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